En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.» Juan (10,27-30):
Acompáñanos este 4º Domingo de Pascua
en el Rezo del Santo Rosario
ante nuestro Bendito Simpecado
Domingo, 17 de abril de 2016
a las 14h00
en la Basílica de Koekelberg
Y escuchemos la voz del Padre y dejémonos guiar por El
¡Viva la Blanca Paloma!
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