viernes, 18 de septiembre de 2009

ANTONIO ALVAREZ RAFAEL - IN MEMORIAM

La Virgen llamó a nuestro hermano Antonio Alvarez Rafael a su lado el pasado 10 de septiembre. Antonio era sobre todo buena persona, con un profundo amor por la Blanca Paloma y una gran fe. Esa fe le llevó a realizar junto con otros nueve peregrinos el primer Camino Europeo del Rocío a pie: 3000 km., andando desde Bruselas hasta la Aldea, hace ahora dos años. El entusiasmo y la fuerza de Antonio arrastró a sus compañeros a una aventura que muchos hubieran tildado de locura pero que nosotros apoyamos sin reservas, porque sabemos que con fe todo se alcanza y se puede.

En reconocimiento a su devoción ejemplar y por su contribución al desarrollo del Camino Europeo del Rocío, la Hermandad de Bruselas nombró por unanimidad a Antonio Hermano Mayor de Honor el pasado 21 de agosto. El 24 del mismo mes se le hizo entrega de la medalla de Hermano Mayor y del diploma acreditativo correspondiente. La mayor alegría del nombramiento fue que Antonio, a pesar de la gravedad de su estado, se enteró perfectamente del acto, en el que le acompañaron su familia y la mayoría de los que hicieron el Camino a pie con él, además de representantes de la Hermandad.

Gracias, Antonio, por tu amor ejemplar a la Virgen del Rocío, esa Madre que nos reconforta en estos momentos tan tristes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Conocí a Antonio un buen día, en la Aldea. Enseguida me impresionó su personalidad de hombre sincero y decidido. Cuando hablaba con su acento del sur, no era posible esquivarlo, te retenía como si te hablara un Gandi, sin adornos ni palabrería, al grano. Te decía lo que tenía planeado y daba por sentado que tú ya formabas parte de ello, porque así era. Se había enterado de nuestro Camino europeo y quería, junto con un grupo de peregrinos, hacerlo a pié desde Bruselas al Rocío. Como suele ocurrir en estos casos, no era profeta en su tierra y llamó a nuestra puerta pidiendo ayuda y consejo, sabiendo que si no creíamos en su proyecto sería muy difícil, por no decir imposible, llevarlo a la práctica. Con el paso del tiempo y después de conocerlo mejor, sé, a ciencia cierta, que él ya sabía que aceptaríamos su propuesta. Algún día, alguien escribirá el relato de tal hazaña, realizada por un puñado de peregrinos, casi sin medios, hablando solo español, durmiendo como y donde podían, solo con la fuerza que les daba su fe inquebrantable. Muy pronto, a los pocos kilómetros de empezar el camino, cerca de la ciudad belga de Dinant, si la memoria no me falla, empezó a sentir los primeros síntomas de la temida enfermedad. Ninguno de nosotros pensó que aquello era grave y yo mismo le aconsejé en varias ocasiones que dejara a los demás y regresara a Huelva a curarse. Estoy convencido de que nos engañó a todos y que él si lo sabía o al menos, lo temía. Caminó los 3000 kilómetros, llegó a su Ermita y cumplió su palabra y su sueño. No se detuvo ahí. Nos envolvió en sus otros sueños, con prisa, porque no le quedaba tiempo. Los realizó y nos emocionó a todos. Adiós, amigo, fue un honor conocerte.

Enrique.